Algo que suele ser muy común entre las mujeres, sobre todo en las que nos encargamos de mantener limpio y organizado el hogar, es que todos los objetos que tenemos al frente nos parecen útiles o potencialmente aptos para otra cosa. Nos encanta reciclar e imaginar las cientos de funciones que puede tener un recipiente vacío.

Cada vez que tomamos los instrumentos de limpieza, son más las cosas que dejamos en el sitio después de limpiar, a las que botamos. Y esto, poco a poco, origina que tengamos en algún lugar de la casa un montón de cosas innecesarias que lo único que hacen es ocupar espacio.

Como mujer entiendo lo difícil que es desprenderse de una hermosa botella vacía que pudiese ser un florero, de una lata que pudiese convertirse en alcancía, de la caja de algún artículo en promoción que no sabes cuándo volverá a salir al mercado y que tiene un diseño encantador. Pero amiga, te doy un consejo: déjalo ir.

Si realmente eres de las que se dedica a las manualidades en su tiempo libre y logra concretar hermosos arreglos ¡adelante! Pero si eres como la mayoría, quienes sin darnos cuenta estamos creando el mismo desorden que nos genera estrés y por el que discutimos con los parientes con los que convivimos, simplemente déjalo ir.

Sé por experiencia propia que no es fácil, porque en el fondo piensas que si te deshaces de eso que tanto has atesorado, seguro al día siguiente por ley de Murphy lo necesitarás (y a veces pasa). Pero créeme que el luto te durará poco y como recompensa tendrás más espacio en la casa y un hogar que se visualizará muchos más grande y ordenado ¡vale la pena el sacrificio!

Tampoco te aconsejo que botes todo de una vez. Para algunas personas que tienen años acumulando objetos, puede ser un proceso largo, porque ya se ha creado un apego que posiblemente deba ser tratado por un especialista. Pero si ese no es tu caso, y crees que puedes hacerlo, lo importante es que te lo propongas y empieces en seguida ¡Ya verás que desprenderte de lo material será liberador!