Durante mi adolescencia mi mamá muchas veces me comparó con otras personas, recuerdo que lo hacía con mi hermano mayor cuando de las calificaciones se trataba y con los vecinos cuando el tema era la limpieza del hogar, porque según ella, ellos siempre colaboraban con su madre los fines de semana y nosotros (incluyo a mis hermanos) nunca nos mostrábamos  interesados en “darle amor a la casa”.

Eso siempre me molestó, porque sentía que se creaba una red que nunca acababa en la que nadie era conforme con lo que tenía, ni reconocía las virtudes de los que estaban a su alrededor. Al final, a mi prima la comparaban conmigo, a mí con mi hermano y a él con los vecinos… y estoy segura que los padres de mis vecinos no veían lo trabajadores que eran sus hijos, sino lo aplicados que éramos nosotros con el estudio.

Escribo todo esto porque a diario escucho a muchas mujeres quejarse de los defectos que tiene su pareja, veo cómo los comparan con otros hombres y les reprochan de mala manera. “El esposo de fulanita siempre tiene detalles con ella, no como tú que sólo te acuerdas de regalarme algo una vez a la cuaresma”, “perencejo siempre llega puntual a casa, nunca sale con sus amigos, se nota que es fiel”, y como estas muchas expresiones tóxicas, que lo único que logran es que el otro piense: “¿y por qué no te casaste con fulanito o perencejo?”.

Yo nunca he comparado a mi pareja con otros hombres, al menos no para reclamarle por qué no es como ellos, sin embargo, durante mucho tiempo le vi cientos de defectos. Siempre pensaba lo tranquila que me sentiría si él cambiaba todo lo que no me gustaba de su persona ¡eran tantas cosas que prácticamente tenía que reeducarlo!, pero un buen día me di cuenta de que él me hacía realmente feliz, a pesar de todas nuestras diferencias, y que lo amaba tal como era. Así que tuve miedo de seguir intentando modificar aquello que consideraba defectos en él, porque al final no sería el mismo.

Amiga, quizás fulanito es tan tremendo que tiene que llevar un ramo de rosas a su esposa todos los días para que esta lo perdone por su comportamiento o perencejo es tan adicto a los videojuegos que no puede esperar para llegar casa y sentarse durante horas frente al televisor.

Las comparaciones pueden ser realmente tóxicas en una relación. Yo he optado por evitar envidiar las vidas, los matrimonios y los hijos de los demás, enfocándome en mi vida. Así que te invito a hacer lo mismo y caer en cuenta de que “si fuese como él” no te gustaría, porque simplemente no sería la misma persona de la que te enamoraste, con quien has emprendido muchos proyectos y formado una familia.
 

Recuerda que las cosas no siempre son lo que parecen y al igual que mis vecinos, capaz las esposas de fulanito y perencejo también quieren un esposo como el tuyo o como el mío ¡Así que apreciemos a nuestras parejas! Disfrutemos sus virtudes y ayudémosla a mejorar sus defectos.